martes, julio 29, 2008

Louis-Ferdinand Céline - Viaje al fin de la noche

“De la cárcel uno sale vivo; de la guerra, no. Lo demás son puras palabras”.

“De los hombres, y solo de los hombres, hay que tener miedo siempre”.

“Cuando uno no tiene imaginación, la muerte es poca cosa; cuando uno la tiene, la muerte es demasiado”.

“En este oficio de hacerse matar, no hay que hacer aspavientos, hay que portarse como si la vida fuera a continuar; pero esta mentira es lo más duro de todo”.

“Casi todos los hombros no mueren más que en el último momento; hay algunos, en cambio, que comienzan a debatirse frente a la muerte con veinte años de anticipación, y a veces más. Estos son los desgraciados de la tierra”.

“Yo nunca fui una persona demasiado seria, a mi vez; pero me había vuelto ya lo bastante práctico para ser definitivamente un cobarde”.

“Ella me abrumaba con la cosas del alma, a boca llena, inagotable. Y el alma es la vanidad y el placer del cuerpo cuando éste se encuentra bien; pero es también el deseo de sacarla del cuerpo desde el momento en que uno se encuentra enfermo o que las cosas andan mal”.

“Esta especie de agonía diferida, lúcida, sana, durante la cual es imposible comprender otra cosa que las verdades absolutas, tiene que ser experimentada por uno mismo si es que se quiere saber para siempre de lo que uno habla”.

“Yo los advierto, cretinillos, boludos ineptos, golpeados, rescatados sudorosos de todos los tiempos, los prevengo que cuando los grandes de este mundo se ponen a alagarlos, es que los van a tranformar en salchichas de batalla”.

Louis-Ferdinand Céline

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