Odio el
vapor del subte, el calor de la calle,
las
películas de ocasión
y programar
vacaciones
para
quincenas que nunca elijo.
Odio el
estrés de los que estudian
y la
histeria de los que trabajan.
Odio la
fiebre del consumo
y el
aluvión de despedidas.
Odio tirar
y escuchar petardos,
y
sobrevivir a las fiestas en posición fetal.
Odio
apuntar a enero y preguntar Dónde te vas.
Odio repartir
Feliz Navidad
y Próspero
salí de acá.
Odio el
Vitel Thoné, el tomate relleno,
el brindis
forzado y la Sidra Real.
Odio el chasqui boom del melodrama
y el fuego
cruzado
de la reunión
familiar.
MV