viernes, mayo 30, 2014

Oda al gatito que intenté arrojar por el balcón (junto a mi mujer)


En estas tres semanas de convivencia con Lío, descubrí algunas cosas:
Aunque haga mucho calor, no le gusta que lo arroje a la pileta.
Le encanta dormir, si es posible en nuestra cama. Caso contrario, debajo de ella: entre cajas, zapatos y objetos no identificados.
Tiene debilidad por todo lo que cuelga y oscila: cordones, flecos del cubrecama, cinturones, hilos, corchos que ato en cintas para volverlo loco…
Como cachorro que es, nos hizo creer que es un bebé: lo alzamos, lo hamacamos, lo besamos, y después lo despertamos y tratamos de cansarlo para que duerma de noche.
A la hora de la siesta, le resulta más cómodo mi morral, que un almohadón cuatro ambientes que compramos a precio dólar.
No pisa el pasto. No sale al balcón. Le obsesiona el bidet.
Dentro del cuerpo tiene un motorcito, cuyo ruido aumenta cuando lo acariciás.
Salvo una pelotita de goma, desprecia todo artículo creado especialmente para jugar: prefiere el rollo de papel higiénico, bolsas, pedazos de cartón, trapos, alfombras, medias, zapatillas, pulseras, manos, pies...
Observa, husmea, se entromete en todo y cuando se porta mal, se banca el correctivo: un chufi-chufi del que sale un poco de agua en forma de rocío.
Puede pasarse días lengüeteándose. A veces, si está de ánimo, te hace un lavado express en el antebrazo.
A las 3PM no puede mantener los ojos abiertos.
A las 2AM entra en modo hiperactivo: se cree cazador experto, y empieza a correr a toda velocidad de una punta a la otra de la casa, patinando en las curvas y golpeándose contra el marco de las puertas, mientras persigue insectos y pájaros imaginarios.
Sólo maúlla cuando tiene hambre o viaja en auto.
Le encanta filtrarse en los placares y, si lo encerrás, puede pasar horas ahí dentro, a oscuras, sin emitir queja.
Mientras duerme, sabe dónde estás y qué hacés.
Sus roces generan síndrome de abstinencia: a cada rato mirás hacia abajo, y siempre te parece haberlo visto pasar, aunque esté lejos.
Un día de estos, va a destrozar el sofá, las sillas, los muebles que tanto nos costaron… y no va a molestarme.
Sus ganas de jugar y distraerte, aumentan con tu nivel de apuro y ocupación. Todo el tiempo te recuerda: lo urgente no es lo importante.
Cuando estoy de mal humor, me hace reír; cuando no lo tengo cerca, lo extraño; y si me lo pidiera, por él sería capaz de dejar de publicar fotos y datos de su vida privada.

domingo, mayo 11, 2014

Mi único héroe en este Lío


Lío, el nuevo integrante de la familia, es agorafóbico y cocainómano: no se anima a salir ni al balcón; y a las dos la mañana empieza a correr a toda velocidad, de una punta a otra de la casa, persiguiendo insectos imaginarios.