sábado, noviembre 13, 2010

Sé que sí: el chico que fui perdona al gilazo que soy




Los poetas dicen que la verdadera patria de las personas es su infancia, no estoy de acuerdo. Para mí la infancia no es una bandera, sino una religión. Todos los días, apenas me levanto, miro la foto de cuando era chico, me arrodillo y le rezo. La verdadera luz de mi heladera es esa foto pegada en la puerta. Cada mañana le ruego que me ayude a mirar como miraba entonces. Le pido que me enseñe a desenredar los días como lo hacía en esa época: jugando. Jugando con entusiasmo, con curiosidad y, sobre todo, con coraje.
Por supuesto, hay momentos que no recuerdo, pero de algo estoy seguro: yo era valiente. Sí, de chico yo era grande y valiente de verdad. Por eso, todas las mañanas me arrastro hasta la foto del pequeño que fui y le pido perdón. Perdón por haberle fallado. Perdón por no haberle cumplido los sueños. Perdón por haberme convertido en esto que soy.