viernes, septiembre 21, 2012

Felicitaciones, has vendido tu artículo…





El otro día vendí a través de internet un libro de Héctor Tizón. Hacía años que el título dormía en los estantes y al abrir el diario encontré el probable disparador: el escritor acababa de fallecer.
Tres días después, una chica se presentó en el local, me dijo que venía a buscar un libro, le pregunté cuál y me respondió:
–Uno de Tizón.
Mientras desarmaba el lote de títulos pendientes de retiro, le comenté:
–Justo esta semana se murió…
–¿Quién?
–¡Tizón! –le dije, dándome vuelta para mirarla.  
–No, claro, ya sé. Lo que pasa que esta semana también se murió mi perra –me explicó, tratando de sonreír.
–Ah, disculpame, no sabía nada –le devolví, y con sonrisa incluida no pude evitar agregar:– ¡No salió publicado en ningún lado!
Entonces nos quedamos trabados, mirándonos de lejos: ella en alguna galaxia junto su mascota, ajena a las ironías, y yo mucho más abajo, perdido entre libros huérfanos y auto-amonestaciones.

MV. 


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