Los guardavidas
existen porque el único lugar de la playa donde el hombre está a salvo de los
culos es pasando la rompiente.
Por más esfuerzo
que hagas, en toda jornada playera hay un momento en que los culos te ganan la
batalla, y no hay anteojos de sol que lo disimulen. Culos dibujados, culos
picados, culos fifí, culos fofos, culos entangados, culos acampanados, culos
achatados, culos amenazantes... hay una hora en que toda esa variedad se une para
asediarte y destruir tu armonía. Decís “pasame el mate” y ves un culo. Mirás el
mar, y las olas traen culos. Cerrás los ojos, y en tus retinas afloran culos, entonces
pensás “Basta”, pero te das cuenta que en realidad lo dijiste porque tu mujer
te responde: “Sí, basta porque te doy vuelta la cara de un sopapo”.
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