jueves, septiembre 11, 2014

El once ese



El 11 de septiembre de 2001 yo estaba en la oficina. Aún no teníamos internet. La esposa de un compañero llamó por teléfono, y cuando él cortó y empezó a pasarnos la data, todos rodeamos su escritorio, vigilando que no bajara ningún jefe.
Al rato, el teléfono de nuevo: otro avión, nadie entendía nada.
Ese martes a la mañana, cada tanto me escapaba de mi box e iba hasta la ventana. El cielo estaba limpio, ningún indicio de nubes o columnas de humo. “Tachá dos torres”, dijo uno, y todos nos reímos y entramos en una larga cadena de bromas y ocurrencias. Ahí dentro, en esa oficina, aprendí que el encierro, el hastío y la monotonía me convertían en una máquina expendedora de sarcasmo y chistes fáciles.

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