viernes, mayo 22, 2009

Todos los hermosos caballos

Cormac McCarthy por momentos me desespera. Te muestra todo desde afuera. En lugar decirte lo que piensan los personajes, te cuenta al detalle cada movimiento que hacen, y está muy bien. Lo que pasa es que esa morosidad me da ganas de arrancarme los pelos. Las tres novelas que leí de él se desarrollan en ambientes ásperos y/o apocalípticos, y a los protagonistas no les queda más remedio que volverse duros y escépticos. Y creo que es esa dureza, esa desesperanza y esa sequedad en la forma de hablar de los personajes es lo que me mantiene dentro de las historias. Y también esas perlitas que hacen temblar:

"Al final todos llegamos a curarnos de nuestros sentimientos. Aquellos a quienes no cura la vida, les curará la muerte."

"Deseaba ardientemente ser una persona de valía y tuve que preguntarme cómo sería ésto posible si no había algo como un alma o como un espíritu que existe en la vida de una persona y que puede soportar cualquier desgracia o desfiguración sin sufrir ningún menoscabo. Si uno tenía que ser una persona de valía, esa valía no podía ser una condición sujeta a los azares de la fortuna. Tenía que ser una cualidad que no pudiera cambiar. Fuera lo que fuese. Mucho antes de la mañana supe que aquello que ansiaba descubrir era algo que siempre había sabido. Que todo valor era una forma de constancia. Que lo primero que abandonaba el cobarde era siempre a sí mismo. Después de ésto todas las otras traiciones resultaban fáciles."

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