sábado, abril 18, 2009

Las muñecas de Magnus



Acabo de leer Muñecas (Emecé, 115 pgs) de Ariel Magnus (Buenos Aires, 1975), ganadora del Premio de Novela Breve Juan de Castellanos.
Me gustó mucho. La historia sucede en Alemania, y el protagonista es un joven extranjero y solitario, que no puede o no sabe rechazar la invitación al cumpleaños de una semi desconocida. Tímido, torpe, una vez allí se encuentra con que es el único asistente al evento. A partir de allí, una serie de malos entendidos y enredos bastante graciosos, narrados primero desde el punto de vista de él, y luego desde la cumpleañera.
Como declaró el autor, esta
nouvelle es un pequeño tratado acerca de la soledad:




“—¿Qué le parece? ¿Llamo un taxi?
—¿Por qué es tan cortés?
Piensa.
—No sé. Tal vez porque ser cortés es una forma de desaparecer.”

“—Cuénteme por qué se quedó solo.
—No sé si quiero hablar de eso. la soledad es un tema de cada uno. Si le hablo, o no me comprende, y entonces para qué, o me comprende, y es peor. Ya me acusó de pervertido. Quédese con esa imagen, que es más fácil.
—No lo decía en ese sentido, no se enoje. Tiene que entender que entro aquí y veo todas esas muñecas y bueno, qué quiere que piense. Claro que si a usted le gustan… No le hace mal a nadie.
—Depende. Lo vicios privados e inofensivos suelen ser los peores para la gente. Como una mujer sin problemas de salud que se niega a traer hijos al mundo, el que se aísla por propia voluntad ofende a la comunidad de sus congéneres.”

“—(…) Esa es la diferencia entre el egocentrismo de un solitario y el egocentrismo a secas: mientras que el solitario es él mismo el centro de sí, el común de la gente sólo busca ser el centro de otros.”

“—(…) Yo siempre tengo cosas que hacer, cosas mucho más importantes para mí que estar con otras personas. Sólo que para usted y todo el resto sería inconcebible que esas cosas tuvieran algún tipo de importancia.”

“—(…) Porque ¿qué es la vergüenza? La diferencia entre lo que se supone que se espera de uno y lo que uno es, ese resto de fantasías cohibidas y palabras calladas es la vergüenza. A lo largo de la vida se va convirtiendo en el desván de todas nuestras frustraciones, el depósito de todo lo que quisimos y no nos animamos a ser, y a ese cúmulo de angustias llamamos en algún momento, no sin orgullo, vida interior.”

“—(…) Encerrarse con el objetivo de producir una obra de arte o un milagro de devoción es la mejor manera de asestarle un término a un estado que debería ser perpetuo, así piensa un solitario. Yo me encierro para encerrarme, así piensa. La falta de metas, el carácter completamente inútil de su quehacer es una forma, la única según creo, de la eternidad.

Muñecas, Ariel Magnus

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